viernes, 15 de junio de 2007

Visita al muséo de Aquitania, y una cena romántica (Día 44)

El martes por la mañana no fue una excepción, o sea, que no cambió nada en absoluto: Carlos se despertó y levantó tarde, Sandra apareció a la misma hora de siempre, y desayunamos sin prisas, con toda la calma del mundo. Pero eso, como siempre, no evitó que llegáramos a tiempo a las prácticas.

La jornada laboral, para mí, fue bastante fructífera, ya que avancé notablemente en la re-realización del sitio Web, y a eso le sumamos que Schatz me pasó casi todo el material que faltaba para la realización de éste, lo cierto es que el día pasó rápido, y el solecito reinante ayudó a ello.

A Carlos le llamó su jefe por teléfono (en una llamada internacional) para decirle directamente que le había asignado otra tarea (saltando de este modo al jefe de departamento)... y en estos momentos me parece que tiene sobrecarga de trabajo.

Respecto a Sandra, nuestra querida femme fatale, se topó con el chavalito negro que se le presentó en el famoso almuerzo y le pidió salir... Pero ella se negó a pesar de la insistencia de éste.

Tras el curro, nos compramos un dulcecito en Hotel de Ville y nos dirigimos al Musée de Aquitaine, donde nos dieron una visita privada a una exposición de pintura haitiana inspirada en el vudú, lo cierto es que estuvo muy interesante, las pinturas eran tremendamente coloridas y llamativas (al menos algunas de ellas), y el que explicaba era un tipo agradable y hablaba un perfecto francés, a eso hay que sumarle que se enrollaba bastante, y que no estábamos sentados precisamente, y que veníamos de una jornada de trabajo de ocho horas. O sea, que no éramos pocos los que pensábamos que hubiera sido más correcto realizar dicha visita un fin de semana.

Una vez recorrimos las tres salas que tenía la exposición, yo tiré para el hotel, mientras que el resto fueron a tomarse un aperitivo, que fuimos todos invitados a ello, que consistió en tres vasitos de vino y canapés... y en tres euros. Y es que el personal no piensa, desde luego que fuimos invitados a tomar un aperitivo, pero eso no quería decir que no tuvieran que pagarlo, en la invitación no ponía nada de que el aperitivo en sí fuera gratis, sólo invitaba al personal a que fuera a tomárselo.

Sandra llegó antes que Carlos (que se quedó con Toufik y los demás en una "pizzería-kebaría"), pues no se encontraba del todo bien. Apareció con la intención de comenzar a hacer la cena, pero me pilló en el justo momento en el que me iba a meter en la ducha, por lo que decidió esperar y ducharse de paso ella también (en la ducha de su habitación, que seguro que más de uno ha pensado cosas malas).

Una vez nos aseamos procedimos a cocinar. La cena fue sencillita, filetes empanados y puré de patatas, pero fue la mar de romántica, ya que como teníamos una velita allí la puse en la mesa y la encendí en el momento en el que Sandra hablaba con su madre por teléfono, bueno, y la cena nos supo genial, estaba muy buena, y la luz de la vela enterneció nuestros corazones y... y después fregamos romántica y metafóricamente los platos.

Al poco de que acabáramos de manger, ya incluso se había ido Sandra a su habitación a soñar con los angelitos, Carlos hizo una espectacular aparición. Al poco de este suceso bajamos con la intención (al menos yo), de actualizar el blog, pero aunque había conexión de red no había Internet. Por lo que nos subimos cabizbajos a nuestra estancia. Como viene siendo habitual nos acostamos tarde, y esta vez fui yo el que lo hizo aprés.

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"¿Dónde lo metí yo el plátano?" Raúl

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