sábado, 9 de junio de 2007

Viernes de resurección (Día 40)

Si esta entrada se llama como se llama no es sino por otra razón que este día, viernes, ha sido un día que ha resultado revitalizante y que es posible que me revitalice más si me lo paso bien en el concierto de esta noche.

Pero comencemos, como suele ser habitual, por el principio. Y ese principio, curiosamente, comienza por la mañana temprano.

Nos levantamos (más bien me levanté) como manda la tradición a las siete y diecisiete (sí, he puesto un par de minutillos más de sueño), preparé lo que pude del desayuno y esas cosas que se hacen. Sandra apareció un peu antes que de costumbre, ya que venía con los avíos necesarios para hacerse un bocata para el almuerzo. Carlos se espabiló más o menos cuando todas las cosas estaban en la mesa y comenzamos a tomar el petit dejeuner (o sea, como suele ocurrir).

El día de trabajo ha sido mejor que ayer, no me he cansado tanto y creo que he trabajado más, por lo que salí satisfecho. Como detalle decir que esta vez el almuerzo consistió en arroz con pescado.

Y ahora, dentro de un ratillo, nos iremos a un concierto que se celebra en la Victoire, y donde esperamos pasar un rato más que agradable, pero eso es algo sobre lo que escribiré mañana (y a ustedes os dará igual, pues lo vais a leer todo a la vez).
Ya estamos a sábado, y por la tanto ahora sí que estoy en condiciones de poder comentar cómo nos lo pasamos anoche: bien. Vale, no seré tan escueto -_-.

No había tranvías que nos llevaran directamente a la Victoire, al parecer el servicio se había paralizado por razones obvias y sólo llegaban hasta el Musée de Aquitaine, mas como Salma tenía muchas ganas de andar fuimos desde Hotel de Ville hasta la Victoire a patita (tampoco es que sea una gran distancia, pero Carlos y Toufik no querían caminar, aunque sí que lo hicieron al final). Bueno, la plaza estaba llenita de gente de todas las edades y condiciones, había algún que otro borracho que se chocaba con la gente, tías de ojos -y otras cosas- bonitos (de los tíos no opino) y el ambiente era agradable.

Cuando dio comienzo el conciero en ese pedazo de escenario que montaron (sí, era bueno) no pintaba mal la cosa, pero tras dos canciones va la tía y nos suelta una balada. Que sí, que estaba muy bien, pero que no era ni mucho menos el momento; luego fue mezclando baladas y música más animada, pero era poco animada, y a eso hay que sumarle que los franceses son un poco sosos, y yo creo que cuando se animaron lo hicieron por nosotros, pero les duró poco el ánimo.

Tras la primera cantante cantó otro grupo, y estos eran rockeros de los buenos, mas tan sólo cantaron una canción, puesto que eran teloneros de la cantante que vendría a continuación. La puesta en escena de esta era genial, muy buena, a mí me sorprendió y todo al principio, las luces, los bailarines con las coreografías trabajadas, pero después, aunque cantaba bien, fue cantando canciones que no eran muy animadas (pero al menos lo eran más que las de la primera cantante). Bueno, y ni siquiera terminamos de verla cantar, ya que a las niñas les entró hambre y nos tuvimos que ir todos a cenar (ah, allí en el concierto nos topamos también con unos chavales becados, uno de ellos era el hombre récord o recordman, mientras que otra era la que realiza las prácticas en el Insup -y cuyo nombre se me olvida-, además de una chavala y un chaval más).

Tras la cena (que como viene siendo habitual nos tomamos un kebab en la "kebaría" de siempre), Sandra, Salma et moi nos marchamos al hotel, mientras que el resto decidió quedarse un ratillo más (Toufik no sé para donde cogió). Procedo a contar lo que me ha relatado Carlos.

Carlos, Recordman y los demás se fueron a un bar donde ponían música que no le gustaba al primero y donde, como ésta estaba alta, no se podía conversar. También había un camarero que iba con su bandeja entre el personal sirviendo las bebidas y cobrando, además de conminando a la gente a que pidieran de beber o se largaran de allí (y una cerveza a cinco euros). Pero bueno, no todo es malo ya que metían fuego a la barra, y una cliente de no mal ver se subió a ésta a bailar; además tiraban barras fluorescentes de distintos colores, y los presentes las cogían y jugaban a "La Guerra de las Galaxias".

Mi compañero de habitación apareció sobre las dos menos veinte de la noche, y tras intercambiar unas palabras nos echamos a dormir.


Nota:
La entrada correspondiente a ayer, sábado, será publicada mañana.

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