miércoles, 27 de junio de 2007

Le dernier jour, le dernier nuit (Día 55)

A eso de las una y media las sábanas (aunque no tenga) se despegaron de mi piel, y me levanté. Di un toque a Sandra para que tuviera conocimiento de este hecho y desayuné un poco. Tras ello me puse a actualizar alguna cosilla en el blog y a navegar, haciendo tiempo de esta forma para el toque que debía darme Sandra... pero no recibí ninguno, de hecho me llamó ya algo tarde (al parecer me había dado toques, pero yo no recibí ni uno), y ya quedamos en la Quinconces. Y allí estaba Sandra, con su nueva hermana inglesa y una amiga de ésta, aunque no estuve mucho tiempo disfrutando de su compañía, puesto que nosotros íbamos a comer, mientras que ellas no querían hacerlo porque habían quedado con unos conocidos para manger más tarde, por lo que las dejamos en Jardin Public para que visitaran aquello y nosotros proseguimos calle abajo para buscar un lugar donde llevarnos algo al estómago. Tras un primer intento nos dirigimos a otro kebab, donde nos pedimos una hamburguesa acompañada con una bebida llamada Oasis (bastante buena); y nos fuimos con los bocatas bajo el sobaco (para mantenerlos calientes -_-) hacia el Jardin Public, donde nos sentamos en un banco frente al "río" y tuvimos otro momento romántico. Después le echamos pan a los patos (usamos la barra que me dio Jill el domingo de la comida con los compis de prácticas) y nos sentamos en el césped a meditar. Allí estuvimos un buen rato apalancados, y luego nos movimos de lugar para dar un paseo y buscar una fuente (aunque antes de ello hicimos una parada estratégica en un banco -de esos de sentarse- y nos hicimos unas fotos cuyo fondo era una pareja de novios recién casados haciéndose un reportaje). Una vez encontramos la fuente y bebimos nos tendimos en el césped de nuevo y, entre otras cosas, observamos como una garza se zampaba un pez, y no uno que le había echado alguien, sino uno que pescó con el pico... fue genial.

Pasado un buen rato tiramos para ma maison, ya que Sandra no tenía pensamiento de salir por la noche, y por lo tanto no tendría otra oportunidad de despedirse de Rocío. Lo hizo, y las lagrimillas de más de una saltaron traviésamente de sus ojos. Una vez se hubo concluido tal triste momento acompañé a Sandra un poco (para que no se perdiera) y tras ello creo recordar que actualicé el blog y me duché. Cuando terminé de ducharme bajé al salón y allí no había nadie, o sea, que Toufik, las portuguesas, Rocío y Sandra de Córdoba se habían largado; supuse entonces que se habían ido a la Quinconces, mas preferí esperar arriba mientras preparaba un poco la maleta, no había terminado de ello y recibí un mensaje de Carlos diciéndome que me esperaban en el lugar que ya imaginé, por lo que tiré para allá.

Allí, aparentemente, no había nadie, no obstante me senté en la parada del Tram B a esperar, y al rato aparecieron Carlos, Ludivine y Salma. Desconcertado, mi rojo compañero llamó a Rocío o Toufik, y ellos ya informaron que se encontraban en la parada del Tram C. Y en verdad allí estaban, al otro lado del edificio de los tranvías, y pillamos el primero que apareció y nos bajamos donde dijeron las portuguesas, que eran las que sabían a dónde íbamos. Y nos dirigimos a un restaurante llamado "Restaurant Chez Fidel", donde además de harterse mis compañeros de vino, comimos. Casi todos nos pedimos entrecot, un filetón todo grande, aunque le faltaba unos minutillos más en el fuego, pues algunas partes eran más bien chicle. Ah, los asistentes a la cena fuimos Carlos, Salma, Ludivine, Toufik, Sandra de Córdoba y las portuguesas.




Tardamos un buen rato en terminarnos el filetón (sobre todo Sandra), y de postre la mayoría del personal se pidió helado, el más demandado de chocolate, era muy bueno.

Y una vez pagamos los quince eurazos del menú (que además del entrecot y el postre consistió en un entrante), nos dirigimos (una vez nos despedimos de Paco "El Loco" -el marinero mejicano-) dando curvas hasta el local al que fuimos la noche anterior, "Calle Ocho". Aquello estaba más “empetado” que el viernes, apenas se cabía, pero eso no impidió que nos lo pasáramos de vicio, bailando y riéndonos (el ambiente era mucho mejor que el viernes). Bueno, Sandra estaba exaltada, las portuguesas más de lo mismo, Ludivine bailó con un tipo que se apegaba y agarraba demasiado (Rocío lo definió como "baboso"), y yo la salvé... bueno, lo pasamos genial hasta que llegó la hora de fermer el local. Nos fuimos tranquilamente y dimos un pequeño paseo, aunque Toufik y yo planeabamos irnos a casa directamente (os recuerdo que yo aún no había hecho la maleta), pero lo cierto es que eso de irnos lo retrasamos un poco y nos quedamos un buen rato de cachondeo por las calles (como hacernos fotos con unos marineros mejicanos), esperando al otro Carlos y eso. Y sobre las dos y media más o menos nos separamos.

Ya en casita me puse a hacer la maleta y sobre las tres y media más o menos me acosté. Sobre las cinco me levantaría.

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