Tras hacer el par de viajes de las correspondientes compras comenzamos a preparar el almuerzo (aunque antes limpiamos un poco todo), que consistió en nidos al huevo (o sea, pasta) con tomate (parte de él frito por Salma), atún y alguna que otra especia. Salió bastante sabroso, y de hecho hasta sobró un poco que aún conservamos en la nevera (escribo estas líneas el 1 de mayo) y que muy pronto caerá :-)
Por la tarde, después de estar un buen rato viendo una película -en francés- en la tele de unos que naufragan y acaban en una isla desierta (malilla como ninguna, pero entretenida), preguntamos a un compañero también becado (nos cruzamos con él casualmente, ya que hasta ahora apenas hemos tenido contacto con Los Otros 6) sobre la existencia de un Carrefour o similar, y el nos indicó que había un Alcampo (Auchan se llama aquí); así que cogimos, a lo justo, el tranvía, que nos llevaría hasta él. Ya en el hiper corroboramos nuestras sospechas, que allí las cosas eran sensiblemente más baratas que en el Casino. En dicho hypermarché adquirimos un paraguas cada uno, y además compramos pollo y alguna que otra cosilla. Allí también comprobé, con alegría y cierta envidia, que vendían mangas (cómic japonés, no mangas de camisas) y que además las ediciones francesas son bastante apañadotas, y el precio de la mayoría de ellas son notablemente más asequibles que las ediciones españolas, pero los franceses pueden vender tiradas de 20000 ejemplares tranquilamente, cuando en España si se llega a esa cifra son en varias tiradas.
Cuando regresamos al hotel nos pusimos a hacer la cena rápidamente, ésta consistió en una sopa con muchas verduras, y éstas fueron trituradas por Carlos y Salma con un método moderno, o sea haciendo uso de unos tenedores, ya que la batidora/trituradora manual que tenemos no es que sea precisamente eficaz (la probamos y tuvimos una mala experiencia). Al final no salió mal, y el resultado fue comestible (y a mí no es que me entusiasmen las verduras que se diga). Poco después de cenar las chicas se fueron a su dormitorio (y es que comemos los cuatro en el nuestro) y yo me puse a escribir la crónica del día de la partida, la cual terminé de escribir a las 1:30 de la madrugada.
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